Por: Lorena Coronelle
Veo a tanta gente corriendo y me pregunto de qué huimos. Se supone que si te desplazas de lugar, te desplazas a través del tiempo, entonces si te quedas estático, fluyes con él a su ritmo; en otras palabras envejeces. Entonces huimos del tiempo con terror a envejecer y a conservar una imagen de juventud que es inalcanzable, porque no es real ni posible.
¿En qué momento la acumulación de experiencias pasó de ser sabiduría a discapacidad? ¿Cuándo “juventud” empezó a ser sinónimo de felicidad? ¿No sería que huir del transcurrir del cuerpo, es huir de la vida?
Pero ¡ojalá huyéramos! Ojalá nos moviéramos. Lo que hacemos es consumir nuestro cuerpo sobre unas máquinas que no hacen sino calentarse y desgastarse. Ojalá las conectaran al sistema de iluminación y música del lugar para que se autoalimentara. ¿Por qué no ir al GYM sin auto, y no entrar, sólo tocarlo como base y regresar a casa?
Todos unidos por un mismo deseo, todos en leggings con runners de colores, todos sudando dentro de un salón mirándose al espejo. El esfuerzo es otra cosa, por lo menos el que genera frutos se trata de otra cosa. Sudar, contar calorías y documentar con selfies es sólo otra forma de consumo vil y vacío.
Ilustración por: Omar Quiroz
Una amiga gringa que vivía en Oaxaca después de haber vivido en su remolque con sus perros durante nueve años decía: “life is my gym”. Tenia muy buena forma y 60 años cuando nos conocimos. Diseñaba jardines de agricultura sustentable para luego construirlos en casa de sus amigos.
Seguramente hayan escuchado la frase “ojalá a la gente le apasionara tanto la educación como les apasiona el fútbol”. Pues yo digo que ojalá las apasionara, e invirtieran tanto en el cambio como en el fitness y el clean eating.
El cuerpo debería de ser entrenado para trascender y no para consumir. Ejercitarlo y moverlo debe llevar a la persona a sentirlo y conocerlo, y a través de él contactar a otros y al entorno que lo protege y alimenta. El cuerpo entrenado debe estar preparado para enfrentarse con las adversidades, no con la cinta métrica. Debe poder desempeñarse en sitios que le sean ajenos, no en la conocida banda de la corredora.
La alimentación sana debería de guiar a la conciencia del diálogo con la naturaleza, no al conteo de las calorías.