Por: Lorena Coronelle

A través de los avances tecnológicos hemos agudizado mecanismos que conservamos porque en momentos arcaicos nos permitieron sobrevivir a las rudezas de la época de las cavernas. Somos capaces de reconocer seres u objetos por su forma, por sus características físicas y es esa misma razón la que nos hace diferenciarlos de otros. Estos mecanismos inteligentes han sido replicados en las máquinas para detectar coincidencias en los rostros y poder identificar a sujetos “peligrosos” o muy buscados.

En un universo que nos espía cada vez más y sabe de nosotros, la indumentaria llega con bandera subversiva para confundir al enemigo, y no me refiero a lentes oscuros y pañoletas, que en realidad no te salvan de ser reconocido, sino a maneras de cambiar la morfología que las cámaras buscan en los rostros/cuerpos. En realidad, es falso que los lentes oscuros, gorra y pañoletas puedan ayudarte a pasar desapercibido, las cámaras pueden extraer esos fragmentos de imagen que cubren tu rostro y reconstruirse con base en los rasgos que están fuera de esos rangos.

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Las cámaras y artefactos de reconocimiento facial usan de 80 a 14 nodos en la cara para reconocerla o reconstruirla. Con base en esto, existen muchos tipos de maquillaje, ropa y peinado para confundir a estos reconocedores de nodos.

Hace unos años, Adam Harvey creó un proyecto llamado CV Dazzle, que prometía, con maquillaje y peinados raros, no sólo confundir tu rostro ante las cámaras de reconocimiento facial, sino hacerte pasar desapercibido por completo. Camuflaje anti-tecnológico que busca la asimetría. 

Los cortes de cabello y maquillaje que propone el proyecto, ocultan lo que las cámaras normalmente buscan en un rostro: dos ojos, dos mejillas, una boca simétrica, etcétera. Los tonos de maquillaje logran confundir las sombras de la cara: poner la luz de la frente en la mejilla izquierda, por ejemplo hace que las cámaras simplemente no puedan reconocer ese objeto como una cara.

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Claro que también existen métodos más específicos y localizados. Isao Echizen, un profesor asociado al Instituto de Informática de Tokio, inventó un visor de privacidad con LEDs infrarrojos. La idea es que al rodear la zona ocular con estos LEDs, que el usuario no ve, pero la cámara sí, añade oscuridad o ruido a esa parte, permitiéndole al usuario mirar a donde le plazca.

Aunque estos lentes sólo enmascaran efectivamente los ojos, son un objeto diseñado para quienes no quieren necesariamente desaparecer ante las cámaras, pero sí conservar la privacidad de la mirada.

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Lo que es cierto y terrible, es el derecho que cada vez se reconoce menos en medida que necesitamos que nos vigilen más. Es como la idea de enrejar tu casa o negocio para que un tercero no se meta e infrinja tus derechos mientras que para sentirte seguro tienes que vivir bajo las rejas.

Respondiendo a lo absurdo y alrevesado de nuestro mundo, Simone C. Naquille inventa REALFACE Glamoflage, unas playeras con rostros de gente famosa, Briteny Spears, Michael Jackson, Barack Obama, etc.

El proyecto remite a la posibilidad de poner tu rostro en un montón de playeras, de manera que estarías en muchos sitios a la vez siendo reconocido en un montón de sistemas y apareciendo en lugares en los que en realidad no estás.

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Resultará sumamente interesante ver cómo la moda va modificandose a la par de la tecnología. Aunque hay unos proyectos muy vistosos a comparación de la moda que normalmente se impone. Estaremos al pendiente de cómo la moda y la tecnología de la privacidad se informen para crear proyectos en los que la indumentaria sea lo que debe ser: un instrumento del usuario.

Claro que, la recomendación es que si tienes algo qué ocultar, no sea algo que afecte a los demás y se centre sólo en la protección de tu individualidad.

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