El sábado por la noche mientras veíamos Vengeance is Mine, de Shohei Imamura, mi novia y yo llegamos a la conclusión de que necesitamos con urgencia un nuevo reproductor de DVD; esto debido a que el láser del dispositivo se ha dañado en el transcurso del último año por correr de dos a tres, e inclusive cuatro películas diarias desde que vivimos juntos.
Sé que suena un poco exagerado, pero para cuando a un obsesivo compulsivo, el Cine se vuelve el pan de cada día, el pensar y hablar de algo que no sea el séptimo arte se vuelve un poco complicado.
Para muchos el nombre de Vincent Gallo es sinónimo de la palabra ‘egocentrismo’, pues es una de esas personas que pueden fungir como músico, modelo, actor, artista plástico, director de cine y hasta donador de esperma y no interesarse por la opinión pública.
Nacido en Búfalo, New York, el 11 de abril de 1961, Vincent Vito Gallo Jr. es uno de los pocos directores de cine independiente que han escrito, dirigido y protagonizado su propia “Obra maestra”, siendo Buffalo 66 su debut como director.
Co-estelarizada por Christina Ricci y filmada en los alrededores de Búfalo, NY, Buffallo 66 nos cuenta cómo, tras estar cinco años en prisión, Billy Brown secuestra a una estudiante de danza para impresionar a sus padres, obligándola a hacerse pasar por su esposa mientras busca venganza de la persona detrás de su encarcelamiento.
Con su peculiar estilo minimalista, rodada en un formato de 35 y 16 mm, donde el drama y la comedia se hacen presentes mediante pequeñas escenas oníricas y el recurrente uso de flashbacks, esta película logró posicionarse como una de las más aclamadas de los años noventa, siendo un ejemplo de lo que puede lograrse con un modesto presupuesto.
Aunque la carrera de Gallo como actor es un tanto cuestionable, su trabajo como director puede ser una de las influencias más grandes para futuras generaciones de cineastas.
Buffallo 66 es una de las mejores películas ‘independientes’ que la cultura norteamericana nos ha regalado a lo largo del tiempo, una bala perdida dentro del grotesco negocio que según Fellini, es una mezcla de partido de fútbol y de burdel.
Texto: Isay Peña